viernes, 1 de agosto de 2008

La química del amor

Los poetas nos han deleitado cantando al más maravilloso de los sentimientos desde todos los ángulos y con infinitos matices, pero los químicos también tenemos cosas que decir al respecto, quizás menos seductoras pero no por ello menos importantes.
¿Por qué nos enamoramos de una determinada persona y no de otra?
Innumerables investigaciones psicológicas demuestran lo decisivo de los recuerdos infantiles —conscientes e inconscientes. La llamada teoría de la correspondencia puede resumirse en la frase: "cada cual busca la pareja que cree merecer".
Parece ser que antes de que una persona se fije en otra ya ha construido un mapa mental, un molde completo de circuitos cerebrales que determinan lo que le hará enamorarse de una persona y no de otra.
El sexólogo John Money considera que se desarrollan esos mapas entre los 5 y 8 años de edad como resultado de asociaciones con miembros de su familia, con amigos, con experiencias y hechos fortuitos. Así pues, antes de que el verdadero amor llame a la puerta el sujeto ya ha elaborado los rasgos esenciales de la persona ideal a quien amar. La química del amor es una expresión acertada. En la cascada de reacciones emocionales hay electricidad (descargas neuronales) y hay química (hormonas y otras sustancias que participan). Ellas son las que hacen que una pasión amorosa descontrole sus emociones y ellas son las que explican buena parte de los signos del enamoramiento.
Cuando se encuentra a la persona deseada se dispara la señal de alarma, nuestro organismo entra entonces en ebullición. A través del sistema nervioso el hipotálamo envía mensajes a las diferentes glándulas del cuerpo ordenando a las glándulas suprarrenales que aumenten inmediatamente la producción de adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas). Sus efectos se hacen notar al instante: - El corazón late más deprisa (130 pulsaciones por minuto).
- La presión arterial sistólica (lo que conocemos como máxima) sube. - Se liberan grasas y azúcares para aumentar la capacidad muscular. - Se generan más glóbulos rojos a fin de mejorar el transporte de oxígeno por la corriente sanguínea. Los síntomas del enamoramiento que muchas personas han percibido alguna vez son el resultado de complejas reacciones químicas del organismo que hacen sentir aproximadamente lo mismo. Pero este “estado transitorio", en palabras de Gasset, no se puede mantener bioquímicamente por mucho tiempo. En este sistema, todo es impulso y oleaje químico. Aquí se asientan el miedo, el orgullo, los celos y, por supuesto, el enamoramiento. A través de nervios microscópicos, los impulsos se transmiten a todos los capilares, folículos pilosos y glándulas sudoríparas del cuerpo. Hace apenas 13 años se planteó el estudio del amor como un proceso bioquímico que se inicia en la corteza cerebral, pasa a las neuronas y de allí al sistema endocrino, dando lugar a respuestas fisiológicas intensas. El verdadero enamoramiento sobreviene cuando se produce en el cerebro la fenetilamina, compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas.
Al inundarse el cerebro de esta sustancia, éste responde mediante la secreción de dopamina (neurotransmisor responsable de los mecanismos de refuerzo del cerebro, es decir, de la capacidad de desear algo y de repetir un comportamiento que proporciona placer), norepinefrina y oxiticina (parece ser un mensajero químico del deseo sexual), y comienza el trabajo de los neurotransmisores que dan lugar a los arrebatos sentimentales. El affair de la feniletilamina con el amor se inició con la teoría propuesta por los médicos Donald F. Klein y Michael Lebowitz del Instituto Psiquiátrico de Nueva York, que sugirieron que el cerebro de una persona enamorada contenía grandes cantidades de feniletilamina y que sería la responsable de las sensaciones y modificaciones fisiológicas que experimentamos cuando estamos enamorados. Sospecharon de su existencia mientras realizaban un estudio con pacientes aquejados "de mal de amor", una depresión psíquica causada por una desilusión amorosa.
Les llamó la atención la compulsiva tendencia de estas personas a devorar grandes cantidades de chocolate, un alimento especialmente rico en feniletilamina, por lo que dedujeron que su adicción debía ser una especie de automedicación para combatir el síndrome de abstinencia causado por la falta de esa sustancia. Según su hipótesis, el por ellos llamado “centro de placer del cerebro” comienza a producir feniletilamina a gran escala y así es como se pierde la cabeza, se ve el mundo de color de rosa y siente que flotan. Sin embargo, al final la atracción bioquímica decae y sólo perdura de 2 a 3 años, incluso a veces más. La fase de atracción no dura para siempre. La pareja, entonces, se encuentra ante una dicotomía: separarse o habituarse a manifestaciones más tibias de amor —compañerismo, afecto y tolerancia. Con el tiempo el organismo se va haciendo resistente a los efectos de la feniletilamina y toda la locura de la pasión se desvanece gradualmente, dando paso a otro proceso la ducha química.
En este caso son las endorfinas —compuestos químicos naturales de estructura similar a la de la morfina y otros opiáceos— los que confieren la sensación común de seguridad comenzando una nueva etapa, la del apego. Por ello se sufre tanto al perder al ser querido, dejamos de recibir la dosis diaria de narcóticos.
No hay una causa y un efecto en la conducta sexual, sino eventos físicos, químicos, psíquicos, afectivos y comunicacionales que se conectan de algún modo, que interactúan y se afectan unos a otros.
Existe, sí, una alquimia sexual, pero se relaciona íntimamente con los significados que le damos a los estímulos, y éstos con el poder que les ha concedido una cultura que, a su vez, serán interpretados por cada uno, que los vive de acuerdo con sus recursos personales y su historia. Esperemos que estos estudios en un futuro nos conduzcan a descubrir aplicaciones farmacológicas para aliviar las penas de amor.



La naturaleza biológica del amor

Hay quienes podrían pensar que las reacciones físicas que se registran en el organismo como consecuencia del 'enamoramiento', obedecen a un orden espritual y estudiarlos desde un punto de vista biológico, nos llevaría a perder la 'magia' del amor. Por el contrario, creo que la espiritualidad es parte de un fenómeno biológico dentro del cual, la conciencia de nosotros mismos es, en sí misma, el sentido más venerable de la espritualidad.
Así, reflexionando sobre nuestra propia naturaleza, podemos decir que la esencia biológica del amor podría hallarse en una red de eventos físicos, químicos, psíquicos, afectivos y comunicacionales que interactúan influyendo sobre nosotros y nuestro modo de relacionarnos con el otro deseado.
A menudo se utiliza la expresión 'la ' para referir a una complea variedad de reacciones emocionales en donde pueden identificarse lo 'eléctrico' (a través de descargas neuronales) y lo químico (por las hormonas que intervienen en el proceso). Los signos visibles del enamoramiento responden sin duda, a estos fenómenos biológicos. Y por ello mismo, son en esencia sorprendentes y asombrosos, dignos de nuestro máximo respeto.
Por cierto, cuando nos enamoramos creemos que hemos inventado el amor y que nadie podría amar como nosotros. El amor nos hace sentir dichosos, únicos y especiales.

¿Por qué elegimos una pareja y no otra?

La elección de una pareja es un proceso muy complejo. De acuerdo a un estudio del comportamiento humano de la Universidad de California, se cree que éste proceso operaría en parte, fuera de nuestra conciencia obedeciendo a en parte a la 'secreta' química del amor.
Desde el punto de vista conciente, ciertos rasgos físicos parecen interpretarse como sinónimos de juventud y fertilidad, lo cual en consecuencia, los define como atractivos. Así, entre las mujeres se destaca una ajustada relación entre la cintura y la cadera, los labios gruesos y la suavidad de las facciones. En el caso de los hombres, la amplitud de la espalda, así como la tonicidad muscular y los rasgos faciales, parecen ser indicadores de potencia sexual y un patrimonio genético de buena calidad. Y en la misma línea, aparecen también rasgos con un mayor componente socio-cultural como la inteligencia o la capacidad para ser exitosos en la vida.
Pero existen también elementos menos evidentes. Algunos estudios al respecto parecen demostrar que en la elección de pareja incide el complejo principal de histocompatibilidad (ésto es, un conjunto de genes que controlan aspectos de la respuesta inmune, produciendo antígenos histocompatibles y que están presentes en todas las células del cuerpo como marcadores para identificarlas como propias ) y términos biológicos, ésto tendría un papel crucial en nuestra capacidad para combatir las enfermedades.
Cada persona posee un complejo de histocompatibilidad diferente que podría ser detectado inconcientemente a la hora de elegir pareja. Los resultados de las investigaciones realizadas al respecto parecen sugerir que las parejas que se encuentra atractivas entre sí, poseen complejos de histocompatibilidad demasiado diferentes como para que éstos sean considerados casuales.

La inestabilidad femenina, ¿mito o realidad?
El ciclo femenino es, sin dudas, causante de las fluctuaciones del temperamento femenino pero podría también ser detectado inconcientemente por el sexo masculino afectando el vínculo y las relaciones. Por ejemplo, algunas experiencias han observado que los hombres encuentran los aromas femeninos más atractivos cuando éstas están próximas a la fase ovultaria, razón por la cual se comportarían más afectivamente hacia ellas durante ése momento.
Del mismo modo las mujeres parecen preferir rasgos más masculinos durante la ovulación y otras características menos sexuales y más relacionadas con la contención y protección durante el resto del ciclo.

Cómo reacciona nuestro cuerpo
Al encontrarnos con una persona deseada, nuestro organsmo recibe una señal que no tarda en manifestarse. El hipotálamo, a través del sistema nervioso, emite mensajes que captados por las glándulas suprarrenales, segregarán un mayor cantidad de adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas).
Consecuentemente, el corazón comenzará a latir con una mayor velocidad, unas 130 pulsaciones por minuto, aumenta la presión arterial máxima (sistólica), se liberan grasas y azúcares que aumenta la capacidad muscular y se produce una cantidad de mayor de glóbulos rojos con el objeto de mejorar el transporte de oxígeno a través del torrente sanguíneo.

Sobredosis de feniletilamina
La es un compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas. Esta sustancia aparece en el cerebro en tanto responde a secreción de:
1.: es un neurotransmisor que genera los mecanismos de refuerzo del cerebro, ésto es la capacidad de desear algo y de repetir luego el comportamiento que proporciona placer.
2.: Neurotransmisor de la familia de la dopamina cuya ausecia parece generar una disminución del impulso y la motivación, y se puede relacionar con la depresión.
3.: Esta hormona, además de estimular las contracciones uterinas para el parto y hacer brotar la leche, parece ser además mensajera químico del deseo sexual.
En efecto, el idilio romántico coincide con stos factores químicos que dan lugar a las sensación tan especial de 'estar enamorado'. Esta es la razón por la cual, los enamorados pueden permanecer largas horas conversando, haciendo el amor o simplemente 'estando juntos' sin sentir cansancio uno del otro. Y en esta misma línea, se ha observado que las personas que vivieron una desilusión amorosa, buscarían compensar la disminución de feniletilamina a través del consumo de chocolate (golosina especialmente rica en ésta sustancia).

¿Qué cambia en la pareja después de haber tenido sexo?

Luego de tener sexo, el cerebro libera oxitocina, lo que brinda un sentimiento de confianza, ternura y afecto que sienta las bases para la creación de lazos sociales que facilitan la búsqueda de un hijo.
Al respecto, cabe una reflexión, el sexo casual o por capricho podría estar llevándonos a involucrarnos con una persona que no es la adecuada para nosotros.

La delicada frontera entre el sexo y el amor
El deseo sexual tiene, con toda seguridad una explicación en las necesidades reporductivas, pero el sentimento de amor, se extiende sobre un sentido mucho más complejo y más alla de la atracción intensa que existe entre dos enamorados, reducirlo todo al plano de lo sexual no parece realmente acertado.
Cuando alguien cree que ha encontrado al 'amor de su vida', está eligiendo a una persona entre miles de millones. ¿Cuál es la ventaja evolutiva de experimentar este sentimiento tan intenso y tan típicamente humano? Una hipótesis al respecto sería que estos sentimientos actuar como inhibidores de la búsqueda de otros compañeros (aunque esto sea temporalmente), lo cual crearía un espacio propicio para la vida en pareja y la crianza de los hijos.

La calma tras la tormenta.

Generalmente, la fase de la atracción no dura eternamente, se estima un promedio de dos o tres años para esta fase. En términos generales, cuando la pareja se establece, se produce un acostumbramiento a la compañía del otro, cediendo la pasión espacio para otras manifestaciones tales como la ternura, el compañerismo, el afecto y la tolerancia. Se trata en efecto, de un amor más calmo.
En esta segunda fase, son protagonistas las endorfinas, compuestos químicos de estructura similar a la morfina y los opiaceos que generan una sensación de seguridad y apego hacia la persona amada. Por eso sufrimos cuando perdemos o nos distanciamos de un ser querido, porque extrañamos esa dósis nacotizante que supone su cercanía.





Con este artículo pretendo ofrecer en un tono divertido y ameno una visión fundamentalmente química de algo tan sencillo como maravilloso que nos ocurre a todos alguna vez en la vida: ¡Enamorarnos!.
Los poetas nos han deleitado cantando al más maravilloso de los sentimientos desde todos los ángulos y con infinitos matices, pero los químicos también tenemos cosas que decir al respecto, quizás menos seductoras pero no por ello menos importantes.
¿Por qué nos enamoramos de una determinada persona y no de otra? Innumerables investigaciones psicológicas demuestran lo decisivo de los recuerdos infantiles -conscientes e inconscientes-. La llamada teoría de la correspondencia puede resumirse en la frase: "cada cual busca la pareja que cree merecer".
Parece ser que antes de que una persona se fije en otra ya ha construido un mapa mental, un molde completo de circuitos cerebrales que determinan lo que le hará enamorarse de una persona y no de otra. El sexólogo John Money considera que los niños desarrollan esos mapas entre los 5 y 8 años de edad como resultado de asociaciones con miembros de su familia, con amigos, con experiencias y hechos fortuitos. Así pues antes de que el verdadero amor llame a nuestra puerta el sujeto ya ha elaborado los rasgos esenciales de la persona ideal a quien amar.
La química del amor es una expresión acertada. En la cascada de reacciones emocionales hay electricidad (descargas neuronales) y hay química (hormonas y otras sustancias que participan). Ellas son las que hacen que una pasión amorosa descontrole nuestra vida y ellas son las que explican buena parte de los signos del enamoramiento.
Cuando encontramos a la persona deseada se dispara la señal de alarma, nuestro organismo entra entonces en ebullición. A través del sistema nervioso el hipotálamo envía mensajes a las diferentes glándulas del cuerpo ordenando a las glándulas suprarrenales que aumenten inmediatamente la producción de adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas).
Sus efectos se hacen notar al instante:
El corazón late más deprisa (130 pulsaciones por minuto).
La presión arterial sistólica (lo que conocemos como máxima) sube.
Se liberan grasas y azúcares para aumentar la capacidad muscular.
Se generan más glóbulos rojos a fin de mejorar el transporte de oxígeno por la corriente sanguínea.
Hay dos cosas que el hombre no puede ocultar: que está borracho y que está enamorado Antífanes -388-311 a. C.-, comediógrafo griego
Los síntomas del enamoramiento que muchas personas hemos percibido alguna vez, si hemos sido afortunados, son el resultado de complejas reacciones químicas del organismo que nos hacen a todos sentir aproximadamente lo mismo, aunque a nuestro amor lo sintamos como único en el mundo.
Ese estado de "imbecilidad transitoria", en palabras de Ortega y Gasset, no se puede mantener bioquímicamente por mucho tiempo.
No hay duda: el amor es una enfermedad. Tiene su propio rosario de pensamientos obsesivos y su propio ámbito de acción. Si en la cirrosis es el hígado, los padecimientos y goces del amor se esconden, irónicamente, en esa ingente telaraña de nudos y filamentos que llamamos sistema nervioso autónomo. En ese sistema, todo es impulso y oleaje químico. Aquí se asientan el miedo, el orgullo, los celos, el ardor y, por supuesto, el enamoramiento. A través de nervios microscópicos, los impulsos se transmiten a todos los capilares, folículos pilosos y glándulas sudoríparas del cuerpo. El suave músculo intestinal, las glándulas lacrimales, la vejiga y los genitales, el organismo entero está sometido al bombardeo que parte de este arco vibrante de nudos y cuerdas. Las órdenes se suceden a velocidades de vértigo: ¡constricción!, ¡dilatación!, ¡secreción!, ¡erección! Todo es urgente, efervescente, impelente... Aquí no manda el intelecto ni la fuerza de voluntad. Es el reino del siento-luego-existo, de la carne, las atracciones y repulsiones primarias..., el territorio donde la razón es una intrusa.
Hace apenas 13 años que se planteó el estudio del amor como un proceso bioquímico que se inicia en la corteza cerebral, pasa a las neuronas y de allí al sistema endocrino, dando lugar a respuestas fisiológicas intensas.
El verdadero enamoramiento parece ser que sobreviene cuando se produce en el cerebro la FENILETILAMINA, compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas.
Al inundarse el cerebro de esta sustancia, éste responde mediante la secreción de dopamina (neurotransmisor responsable de los mecanismos de refuerzo del cerebro, es decir, de la capacidad de desear algo y de repetir un comportamiento que proporciona placer), norepinefrina y oxiticina (además de estimular las contracciones uterinas para el parto y hacer brotar la leche, parece ser además un mensajero químico del deseo sexual), y comienza el trabajo de los neurotransmisores que dan lugar a los arrebatos sentimentales, en síntesis: se está enamorado. Estos compuestos combinados hacen que los enamorados puedan permanecer horas haciendo el amor y noches enteras conversando, sin sensación alguna de cansancio o sueño.
El affair de la feniletilamina con el amor se inició con la teoría propuesta por los médicos Donald F. Klein y Michael Lebowitz del Instituto Psiquiátrico de Nueva York, que sugirieron que el cerebro de una persona enamorada contenía grandes cantidades de feniletilamina y que sería la responsable de las sensaciones y modificaciones fisiológicas que experimentamos cuando estamos enamorados.
Sospecharon de su existencia mientras realizaban un estudio con pacientes aquejados "de mal de amor", una depresión psíquica causada por una desilusión amorosa. Les llamó la atención la compulsiva tendencia de estas personas a devorar grandes cantidades de chocolate, un alimento especialmente rico en feniletilamina por lo que dedujeron que su adicción debía ser una especie de automedicación para combatir el síndrome de abstinencia causado por la falta de esa sustancia. Según su hipótesis el, por ellos llamado, centro de placer del cerebro comienza a producir feniletilamina a gran escala y así es como perdemos la cabeza, vemos el mundo de color de rosa y nos sentimos flotando.
Es decir LAS ANFETAMINAS NATURALES TE PONEN A CIEN.
El 50% de las mujeres entrevistadas para el libro Por qué necesitan las mujeres del chocolate confesó que elegiría el chocolate antes que el sexo. Hay quienes al chocolate lo llaman EL PROZAC VEGETAL.
En una de las aventuras de Charlie Brown se puede leer "una buena manera de olvidar una historia de amor es comerse un buen pudin de chocolate".
Su actividad perdura de 2 a 3 años, incluso a veces más, pero al final la atracción bioquímica decae. La fase de atracción no dura para siempre. La pareja, entonces, se encuentra ante una dicotomía: separarse o habituarse a manifestaciones más tibias de amor -compañerismo, afecto y tolerancia-. Dos citas muy interesantes son:
El amor es como la salsa mayonesa: cuando se corta, hay que tirarlo yempezar otro nuevo.Enrique Jardiel Poncela.
El amor es como Don Quijote: cuando recobra el juicio es para morir.Jacinto Benavente
Con el tiempo el organismo se va haciendo resistente a los efectos de estas sustancias y toda la locura de la pasión se desvanece gradualmente, la fase de atracción no dura para siempre y comienza entonces una segunda fase que podemos denominar de pertenencia dando paso a un amor más sosegado. Se trata de un sentimiento de seguridad, comodidad y paz. Dicho estado está asociado a otra DUCHA QUÍMICA. En este caso son las endorfinas -compuestos químicos naturales de estructura similar a la de la morfina y otros opiáceos- los que confieren la sensación común de seguridad comenzando una nueva etapa, la del apego. Por ello se sufre tanto al perder al ser querido, dejamos de recibir la dosis diaria de narcóticos.
Para conservar la pareja es necesario buscar mecanismos socioculturales (grata convivencia, costumbre, intereses mutuos, etc.), hemos de luchar por que el proceso deje de ser solo químico. Si no se han establecido ligazones de intereses comunes y empatía, la pareja, tras la bajada de FEA, se sentirá cada vez menos enamorada y por ahí llegará la insatisfacción, la frustración, separación e incluso el odio.
Parece que tienen mayor poder estimulante los sentimientos y las emociones que las simples substancias por sí mismas, aquellos sí que pueden activar la alquimia y no al sentido contrario.
Un estudio alemán ha analizado las consecuencias del beso matutino, ése que se dan los cónyuges al despedirse cuando se van a trabajar. Los hombres que besan a sus esposas por la mañana pierden menos días de trabajo por enfermedad, tienen menos accidentes de tráfico, ganan de un 20% a un 30% más y viven unos ¡cinco años más! Para Arthur Sazbo, uno de los científicos autores del estudio, la explicación es sencilla: "Los que salen de casa dando un beso empiezan el día con una actitud más positiva".
Es cierto, no podemos negarlo, es un hecho científico que existe una química interna que se relaciona con nuestras emociones y sentimientos, con nuestro comportamiento, ya que hasta el más sublime está conectado a la producción de alguna hormona.
No hay una causa y un efecto en la conducta sexual, sino eventos físicos, químicos, psíquicos, afectivos y comunicacionales que se conectan de algún modo, que interactúan y se afectan unos a otros.
Existe, sí, una alquimia sexual, pero se relaciona íntimamente con los significados que le damos a los estímulos, y éstos con el poder que les ha concedido una cultura que, a su vez, serán interpretados por cada uno que los vive de acuerdo con sus recursos personales y su historia. Esperemos que estos estudios en un futuro nos conduzcan a descubrir aplicaciones farmacológicas para aliviar las penas de amor.
Espero que una vez leído este artículo no le digáis a vuestra pareja después de hacer el amor: "he tenido una sensación sumamente agradable producto del aumento de testosterona y la disminución consiguiente de serotonina", entre otras cosas porque os estrangularía.
Para terminar otras interesantes citas:
Dicen que el hombre no es hombre mientras no oye su nombrede labios de una mujer. Antonio Machado
El amor es ciego, el matrimonio le devuelve la vista.

Alimentos Afrodisiacos
Química y acción orgánica tomado del Libro Frutos prohibidos y ofrendas de Venus -Florilegio del amor, la voluptuosidad, el erotismo y la lujuria, recetas y experiencias personales.de Norberto E. Petryk / Chef de cocina-Argentina
Con lo que podemos concluir que el nombre o la asignación de "afrodisíaco", proviene de un origen que lo relaciona con la fecundidad y la procreación de la especie, compartida por el hombre y la mujer, pero más inherente como principio femenino de la renovación, como principio activo de la generación del misterio de la vida, de la continuidad de la raza; en ella se produce el encuentro de una mujer a otra, hasta llegar a nuestros días en la memoria genética.
Ahora, ¿a través de qué procesos pensamos que actúan esos "afrodisíacos"?; la ciencia, en sus investigaciones, ha podido comprobar que cuando alguien se siente atraído físicamente por otra persona, se produce en el organismo una sustancia llamada "feniletilamina", que es la generadora del "amor" y que, a su vez, produce serotonina (5--HT) que estimula los neurotransmisores a las terminales de las células nerviosas. Estos compuestos son conocidos como "simpaticomiméticos"; el sistema nervioso simpático tiene una intervención fundamental en la regulación homeostática de una gran variedad de funciones centrales y periféricas, entre ellas: frecuencia cardíaca, fuerza de contracción cardíaca, tono vasomotor, presión sanguínea, tono de la vía aérea bronquial, metabolismo de hidratos de carbono y ácidos grasos, actividad psicomotora, afecto y apetito. La estimulación del sistema nervioso simpático ocurre normalmente en respuesta a la actividad física, el stress sicológico, las reacciones alérgicas generalizadas y otras situaciones donde el organismo es provocado.
Esos procesos desencadenados por la feniletilamina y serotonina, comienzan en el Hipotálamo, de allí se trasladan a la corteza cerebral, en donde se guardan las experiencias pasadas; es como un mapa o un archivo de antiguas películas de vivencias amorosas; con lo cual se alcanza, a veces, un alto nivel de "dopamina", sustancia que provoca ese extraño sentido de vértigo o esa sensación de estar "flotando", o de mareo o estómago revuelto.
Un órgano que interviene en gran parte de este proceso es la "nariz", a través del olfato podemos oler e identificar a una pareja - órgano bomero nasal- mediante una información química captamos las "feromonas", que son huellas químicas particulares a cada individuo casi imperceptibles; por medio de este proceso se establece una selección natural genética, para reforzar el sistema inmunológico, ya que la elección partirá de la detección del individuo más adecuado para provocar la fecundación, con condiciones que aumentan los potenciales de adaptación y sobrevivencia acordes al medio ambiente, provocando una selección natural -innata- en la que predomine la perpetuidad de la raza generando individuos fuertes y sanos: pero no todo acaba aquí, ya que en la diferenciación del instinto animal de procreación y supervivencia, nos hallamos en otro nivel cultural, en donde se ponen en juego, o se necesitan, otras estimulaciones sensoriales que afectan el factor: visual, táctico, gustativo, olfativo y auditivo - que son modificables por el contexto socio-cultural de valores adquiridos -; sin dejar de lado ese sexto sentido, casi, perdido por nuestra especie, pero que queda por allí flotando en el aire, y que interviene cuando menos lo esperamos provocando "eso" que no podemos explicar.
"Donde hay peligro hay pasión"; gran parte del proceso de enamoramiento, además de intervenir todos los factores antes descriptos, parten de una experiencia de emoción intensa, parece que nuestro organismo tiende a transformar o confundir el miedo o terror en amor; es allí, donde interviene el sexto sentido y se transforma en un mandato genético que ordena una conservación de la especie; -mandato de "EROS"- instinto de vida de la especie. Podría explicarlo tal que, cualquier especie animal o vegetal como instinto primitivo conlleva una tendencia innata a la procreación de la especie y a la supervivencia de la misma, llevado al grado de que si alguien se siente en peligro de muerte, lo primero que tenderá a hacer, será prolongar la especie.
Las zonas más sensibles de la comunicación erótica y sexual, son las llamadas con el nombre de "zonas erógenas" y su punto culminante y más intenso, radica en los genitales; pero previo paso a ellas se encuentran comprometidas las segundas zonas erógenas que son casi siempre las primeras en provocar el encuentro, esta zona de aprendizaje y sensibilidad se encuentra en los labios, "la boca", por la cual incorporamos, para sobrevivir, el alimento y es el primer ingreso de contacto con el entorno y el amor materno y vía de alimentación erógena; provocando una doble, ambivalente, satisfacción primaria que aúnan el hecho de comer, alimentarse y sentir amor, protección, afecto; todo contenido en un mismo acto provocador de placer y satisfacción, provocadores de un sentimiento de bienestar y contención.
Cuando se produce el contacto con las denominadas "zonas erógenas", se provoca una liberación dentro de nuestro organismo de "citorina", "hormona de las caricias". (El nombre de pituitaria viene del latín pituita, que significa "flema". Al principio se creyó que la glándula era una fuente de flema para humedecer las membranas de la nariz. Cuando se aceptó generalmente, a principios de la década de 1940, que la principal irrigación vascular de la anterohipófisis estaba compuesta por sangre que ya había atravezado los capilares de la eminencia media del hipotálamo, se hizo evidente el verdadero marco del control neurohumoral de la glándula. Ahora se acepta, en general, que las células hipotalámicas transmiten al lóbulo anterior factores individuales que regulan las secreciones de cada una de sus hormonas y esta área es, actualmente, de intensa actividad de investigación. Ya está bien establecido que la influencia del sistema nervioso central sobre la función adenohipofisiaria está medida por sustancias neurohumorales que son transportadas a la glándula por el sistema portahipotálamo-adenohipofisiario desde una red capilar en la región de la eminencia media. Estas sustancias se llaman hormonas liberadoras, factores liberadores u hormonas reguladoras. Se ha demostrado que algunas de ellas, por lo menos, corresponden a la definición comúnmente aceptada de una hormona y también que influyen en la síntesis y liberación de hormonas adenohipofisiarias (Schally y col.,1973)).
Estas hormonas de la adenohipófisis, actúan sobre el sistema inmunodepresor, provocando mejoras en todo el organismo (por lo cual se puede escuchar que no hay remedio más grande que el del "amor" o veneno mayor que la falta de éste).
La adenohipófisis es la creadora de gonadotrofinas, sin ellas, todo el sistema reproductor fracasa y, por consiguiente, la capacidad de las formas superiores de vida para perpetuarse se pierden. Todas estas hormonas se originan, también, en el hipotálamo, que volvemos a encontrar como desencadenante de esta "inyección de amor".El cerebro humano es altamente complejo, responde a estímulos que desencadenan estados mentales subjetivos, entre ellos el enamoramiento, en el cual interviene como primer ingrediente el factor visual, que actúa indiferente al sexo por sí mismo, o sexo primario como elemento de satisfacción, de atracción primaria; con el acercamiento se pondrá en acción el órgano vomero nasal y la liberación de hormonas de la adenohipófisis, comprometiéndose cuatro pequeños sectores cerebrales, entre ellos la circunvalación singular anterior; las insulametarias izquierda y derecha; y el extriatun, receptor de dopaminas.

LA QUÍMICA EN EL AMOR. UNA INVESTIGACION DE PSICÓLOGOS Y MÉDICOS
Dicen los médicos que primero nos sentimos fascinados por la persona de nuestro interés y luego enamorados de ella cuando la parte del cerebro que se ¨ocupa¨de los sentimientos se satura de PEA, nombre que se le da a una sustancia llamada feniletilamina.La presencia de esa sustancia en el cerebro la que nos hace sentir euforia, júbilo, ¨amor¨, la que nos hace ver en la persona de nuestro interés sentimental a un ser espléndido.La feniletilamina es un tipo de anfetamina, es decir, un narcótico y se ahí que los psicólogos y los médicos afirmen que los seres humanos que sienten fascinación o amor están, sencillamente, ¨drogados¨.(SPIN QUIMICA II)Los alquimistas Paracelso, y otros anduvieron tras las claves de la alquimia, prácticas secretas que permitian conocer la multidimensionalidad de la existencia, la composición de la materia real, las formas más inimaginables de existencia en el amplio espectro de lo desconocido.